domingo, 8 de noviembre de 2015

Cuento de Hallowen (octava parte)





Vito retornó al pueblo y se fue derecho a la funeraria. La mano le dolía como el demonio pero aún así pidió prestado a los dueños un caballo para poder repartir más rápida y eficientemente el repelente por las calles. Mientras ensillaban al animal, los dueños le relataron que durante su ausencia se había muerto de vieja la partera del pueblo, una mujer ya muy mayor que había ayudado en el nacimiento de casi todos. Y que la buena noticia era que algunos vecinos se habían acercado para encargar un digno funeral para ella e incluso más de uno había pedido que hubiera bonitas y coloridas flores, lo que no dejaba de ser un indicio alentador de progreso. Él, a su vez relató el encuentro con la bruja y manifestó que verdaderamente le había creído aunque se cuidó muy bien de decir una sola palabra sobre las ovejas, las pastoras y los atrapasueños. Incluso mostró el paquete de abono para las moreras e inquirió la dirección de la viuda Robles para poder llevárselo. Después de realizar muy a conciencia su trabajo de proteger el pueblito, llegó hasta la casa de la viuda y como vio que adentro había luz golpeó a la puerta. Grande fue su sorpresa cuando la que abrió no fue la señora Robles sino Sofía la pastora.
-¿Qué estás haciendo acá?-le preguntó con brusquedad a la niña
Sofía le respondió que esa era su casa y que la viuda era su madre por lo que después de hablar con él se había preocupado y había bajado al pueblo para verla.
Desde dentro de la morada una voz dijo a modo de saludo su nombre.
-¡Vito! 
Era la viuda, que tenía un mejor aspecto que la última vez aunque expresión muy preocupada.
-Justamente recién hablábamos de usted con Sofía, Vito. No podemos entender de dónde pudo haber sacado la peregrina idea de ir a contarle a la bruja, justamente ¡a la bruja! las novedades del pueblo. ¿En qué pensaba cuando hizo esa bobería ? ¿En que iba a ver al Papa? ¿Pensó que la bruja iba a entender o lo iba a auxiliar? ¿Se da cuenta del peligro en que ha puesto a estas niñas?
Vito agachó la cabeza y contestó compungido: "-Es que yo pensaba que la bruja podía haber sido quien había secuestrado a las niñas para despojarlos a ustedes de los atrapasueños ya cargados con sus ilusiones, sus proyectos y sus anhelos y entonces pensé en ir a cambiarle un perfume muy especial, una esencia de orquideas de la china que había traído para usted, por un atrapasueños de los suyos, señora, porque verla así como estaba, me partió el corazón.-" Y de entre sus ropas sacó un frasquito de cristal que contenía un líquido ámbar dentro.
La viuda Robles lo miró con ojos benévolos y esta vez con voz suave le dijo:
-No se quede en la puerta Vito, pase, pase. Estamos acá pensando cómo solucionaremos esto. Probablemente tres cabazas piensen mejor que dos.

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