sábado, 6 de abril de 2013

SI EL ARREPENTIMIENTO MATARA (Continuación II)



    Se hallaban cada una en sus respectivas tareas (que se complementaban) cuando al sacar Annie una boquilla para aspirar el polvo de rincones estrechos halló una mínima nota de Jorge en el respectivo compartimiento de la aspiradora.
“Voy a dejar la casa bien abierta para que se llene de tierra y de hollín y no vas a poder entrar a limpiar nada.”
    Esto conmovió raramente a Annie que se sentó y llevó sus manos al pecho. Natalia le alcanzó un vaso de agua que Annie tomó con manos temblorosas. Se veía empapada en sudor. Antes de que la cosa se pusiera peor, Natalia le vio el lado positivo al asunto:
- “¡Es una buena noticia! ¡Es una buena noticia!” –gritó sacudiéndola.
-¡Tu gato no está encerrado! ¡Tu gato no está encerrado! Se debe haber ido por las zonas de servicio y va a volver! Y si tiene frío o llueve tiene dónde resguardarse. Está bueno, ¡está bueno!
    Esto hizo volver en sí misma a Annie a quien la confortó la idea y se largó a llorar llamando al gato, pero Natalia comprendía que a Annie “se le venía la noche”. Pidió al chino de la esquina algunos víveres y cuando Annie no la estaba mirando mezcló en la mayonesa de una ensalada varios comprimidos de diazepán que había hecho polvo. Esto a ella la tranquilizaría y a Annie la voltearía y le bajaría los afanes locos de continuar aspirando.


   A Natalia la despertó el día jueves, el ruido lejano de la aspiradora. Annie estaba repasando el pasillo común del piso. Miró la hora y eran como las seis. Se asomó y la vio deslizando afanosamente el electrodoméstico maldito por la salida del ascensor. Le dijo en un susurro:
- ”Annie, los vecinos quieren dormir”
- “Ya termino, ya termino” – le gritó la otra y preguntó – “¿Tendrás algún limpiametales?” –
    Deseando tenerla lejos un rato y que no hiciera tanto ruido le alcanzó lo que pedía con algodón y trapo. Debía llamar a Susi Krause. Susi Krause era una psicóloga de confianza y a lo mejor se conmovía porque a ella también unos primos la habían desheredado.
    Mientras Annie limpiaba, Natalia marcó el número de Susi y la puso al tanto de la situación.
   Susi Krause era muy pragmática y le dio dos o tres consejos que dictados por Susi eran indicaciones indiscutibles.
a)      Averiguá con qué recursos cuenta.
b)      No la vuelvas a medicar.
c)      Guardá bien la nota del marido.
d)     Abrí todo a ver si el gato se aparece por allí
e)      Tratá de que encuentre a la tía del marido.
f)       Tampoco te pongas en Teresa de Calcuta.
g)      Tal vez la muñeca valga algo, que trate de venderla.
h)      No la lleves a ningún psiquiatra hasta que la depresión no sea manifiesta e indiscutible..
i)        Yo me quedé sin muchacha, y tengo vecinas que están en la misma. Trabajo no le faltaría.
    Vuelta Annie de sus tareas, Natalia no le ocultó su charla con Susi Krause aunque omitió que la había sedado y por el momento, no le habló de vender la muñeca.
-Yo trabajo de modista de alta costura para una boutique.-explocó Annie - Bueno; corto y armo tapados de paño. En verano y otoño se trabaja porque se prepara el stock de invierno, especialmente en los modelos clásicos. Eso hasta las dos. A  las tres entro a trabajar de vendedora en una tienda pero ya se hablaba de reducción de personal. Ahí nos están debiendo como dos meses de sueldo. Soy la persona que, cuando el cliente deja una prenda, la dobla prolijamente y la pone en su sitio Los dueños tratan de mantener a las que no tienen marido y tienen hijos y a las con marido y sin hijos nos echan primero.
-¿Y cuanto dinero tenés ahora?
-Poco, porque con lo que gano se pagan las expensas, la luz, el agua, el gas y el teléfono del departamento. Y eso ya me lo debitaron seguramente. Acá en la cartera habrá unos ciento cincuenta pesos...
     Natalia le explicó que Susi Krause se había quedado sin la señora que la ayudaba y que pagaba bien. Y que le había dicho que vecinas de ella estaban en la misma. Vivía un poco lejos, eso sí.
-Yo, de momento –contestó Annie- prefiero quedarme en la zona para ver si aparece Tomás. Si vos me dejaras estar acá la Semana Santa te limpio todo. También les toco el timbre a los vecinos a ver si alguien necesita que les pasen aspiradora y eso. Lo que gane te lo dejo a vos si me permitís estar acá esperando a Tomás.
-No te preocupes por eso. El lunes empieza la actividad. Hay algunos detalles, vas a tener que bañarte, lavarte la ropa. La plata en algún momento se te va a acabar. Yo pensaría... en vender la muñeca como último recurso. Ahora vamos a desayunar algo.
- Andá vos...yo no quiero salir.- contestó Annie retrocediendo.
- Bueno...yo bajo a la panadería y traigo algo...- Respondió Natalia muy suelta de cuerpo pero internamente preocupada.
-Dejame pagar...Aunque a mi no me traigas nada...No tengo mucho hambre - le dijo Annie alcanzándole unos billetes. Y esto la preocupó más
   No se necesitó llamar a Susi Krause porque ésta llamó a eso de las nueve . Las invitaba a comer a su casa y no pudieron declinar porque les ofrecía para que se llevaran, una gatita blanca en celo propiedad de una vecina que si se quedaba un poco en el consultorio con ellas, haría volver a Tomás desde el mismísimo infierno.
   Aceptaron y fueron. Annie le limpió la casa se bañó y lavó ropa. Almorzaron muy bien, especialmente Annie que con la charla despreocupada comió poco pero comió. De tarde se ofreció a arreglarle un tapado y mientras cosía hablaron de todo. Susi le dio consejos muy valiosos especialmente si tenía que vender la muñeca. No le pagó la limpieza pero sí el arreglo.
   

   Natalia no entendía cómo Susi Krause que era tan buena profesional, que había llevado tan bien la charla, que le había sacado tanta información a Annie, que prácticamente la había radiografiado; viéndose venir la depresión no había propuesto nada para prevenirla. En un aparte le dijo algo de esto a su amiga pero ella se limitó a responder “Hay que permitirle que haga el duelo. Todavía no le cayó la ficha del todo. Esta chica todavía cree que va a volver a estar con su marido y su gato si te descuidás. Tiempo al tiempo. ¿El sábado va a estar ese portero? Dejala sola, andate a tu casa y jugá un poco con tu sobrino. En todo caso decile al muchacho que la vigile...Y dale mi teléfono por las dudas”


      Pero antes de la depresión vino el inevitable ataque hipomaníaco. A las cinco AM del Viernes Santo Annie subió a su piso y se puso a pasar la aspiradora. Con parte de su dinero había comprado más limpiametales, trapos, franelas y abundante lustramuebles. A las seis frotaba las puertas de los departamentos incluída la que había sido suya. Un vecino se asomó medio dormido y le preguntó que estaba haciendo. Ella le dijo que estaba limpiando, que ella estaba en el edificio con el permiso de una vecina y que limpiar y dejar todo reluciente no era delito.
      Este vecino en particular tenía un poco de temor porque se contaba entre los que, a cambio de que durante un mes no le cobraran el alquiler había testificado en el divorcio, que Annie y Jorge pasaban todo el tiempo que se hallaban juntos discutiendo a los gritos. Aunque nadie se lo había pedido, su fértil imaginación lo había llevado a dar detalles escabrosos de insultos soeces y objetos rotos por parte de Annie, así que cuando la vio en la puerta no se asustó más porque estaba medio dormido. Ella no parecía estar dañando la propiedad y en su manera de dirigirse a él, aunque la notó sobregirada no sintió que ella lo detestara. Jorge había venido a pedir el falso testimonio en nombre de los dos, a lo mejor había sido cierto que se querían separar rápidamente merced a este artilugio. El vecino la quedó mirando mientras limpiaba y la vio haciendo su trabajo con especial empeño. De pronto ella se detuvo y le preguntó por el gato. No, francamente el pensaba que al irse se lo habían llevado. Annie se puso mal y contó que el marido se había divorciado a sus espaldas, la había dejado en la calle, había tirado su muñeca a la basura y hecho desaparecer al gato.

      Esto significaba para el vecino lo peor: Que había ido a un juzgado a dar un falso testimonio que había perjudicado malamente a alguien. Tenía que llamar a su abogado. Pero de momento debía congraciarse con Annie.
- Mire Annie -le dijo- nosotros no vimos a Tomás. Pero si quiere pase y llámelo desde el fondo, desde el tendedero que está pegado al suyo. No le digo de pasar de mi casa a su casa porque es un riesgo: Son tres pisos...pero si el gatito se quedó encerrado y Usted lo llama lo vamos a escuchar.
      Eso hicieron pero no hubo respuesta. Para ese momento se había levantado también la señora del vecino, quien también había testificado contando indecibles barbaridades. El marido le relató brevemente la delicada situación de Annie y ella comprendió al instante: -“Estamos en el horno”- pensó la mujer.-“ Falso testimonio, daños y perjuicios.¡Estamos en el horno!”-
-Qué espantoso lo que escucho, señora Annie- le dijo la vecina.- Cuente con nosotros para lo que necesite. Nosotros la hemos apreciado siempre mucho Annie. ¿Su marido se fue? Mire, nosotros vamos a reembolsarle un dinero que pusieron ustedes cuando nosotros estuvimos de vacaciones, de hecho lo puso usted... ¿Qué le parece si se lo lleva ahora? Tómelo, no le va a venir nada mal. Y ahora que lo pienso mi cuñado tiene una imprenta....¿Y si lo llamo ya para que hagamos unos volantes para repartir en el barrio por el gato? ¿Cuántos quiere?¿quinientos? ¿mil?...No, no, no. Son gratis, si a mi hermana esto no le cuesta nada. Ellos no tienen que gastar nada, tienen todo, la tinta el papel... Para el mediodía de hoy seguro que estárán. Ya los estoy llamando. Ya los estoy llamando. ¿Desayunó? ¿No quiere tomar algo? Para hoy hice un bacalao exquisito ¿Por qué no se viene a comer con nosotros? Ahh, anda un poco tirada...no es para menos... ¿En lo de la dentista está? Le voy a alcanzar una cazuela para usted y una para su amiga junto con un vinito blanco. Ya sabe, lo que necesite. De mañana o de noche. Déjenos su número de celular por si hay novedad. En los volantes vamos a poner “se gratificará” y nuestros datos. Es lo menos que podemos hacer por Usted.


    



       El recibimiento de los vecinos le levantó aún más la ansiedad. Imprimir volantes por Tomás era aceptar oficialmente que Tomás estaba desaparecido. Pero que todos entendieran que estaba siendo buscado y ayudaran debía  ser algo bueno. Ella no había aceptado el desayuno porque tenía un poco cerrado el estómago, pero los vecinos le dieron un frasco de capuchino instantáneo y galletitas caseras para que se llevara.
Entró a ver a Natalia que dormía a pata suelta en una colchoneta y miró la muñeca y se le metió en la cabeza que la iba a vender ya.


     Para las once de ese Viernes Santo, Annie caminaba por una vereda de baldosas rotas apretando fuertemente un billete de cien dólares en su puño. Pero al llegar a la esquina el aire se puso negro, las casas se pusieron negras, su alma se puso negra y decidió volver sobre sus pasos. “Estos judíos me van a mandar a la mierda” pensó. Pero no se detuvo por ello.
     Ingresó al minúsculo local que había dejado atrás hacía menos de cinco minutos. El muchacho que recién la había atendido hablaba por celular. La vio y le hizo un gesto para que esperara. Cuando terminó le dijo:
-¿En qué puedo ayudarla ahora señorita?
-Eso mismo.-Contestó Annie – Ayudarme. Ayuda. Quiero pedirles que a esa muñeca que les vendí nunca le saquen ni la ropa ni la peluca ni los zapatos, que siempre la dejen vestida así.
   El chico la miró como tratando de calibrar el grado de locura y contestó:
-Usted nos la vendió. Ahora es nuestra.
-Si. Contestó ella. Pero quiero pedirle por favor que siempre la dejen vestida con su ropita y su peluca originales.
- Eso no se lo podemos prometer señora, Si quiere le miento pero...
-¡Entonces devuelvanmelá! - Gritó o chilló Annie -Entonces no la vendo nada, acá está el dinero.
-No. La transacción está hecha señorita...
- ¡Quiero mi muñeca! - comenzó a gritar Annie - ¡Todos me sacan todo quiero mi muñeca! ¡Devolvemelá! (Continuará)



  

1 comentario:

Anónimo dijo...

Querida Claudia: Que bueno que publicaste este porque el de las mujeres de los gatos ya lo había leído pero este no. Quisiera terminarlo pero veo que estás creando suspenso... Espero que sea tan bueno como el de los mininos. Te mando un abrazo y te felicito. Gabriel.