- No entiendo ¿A
mis vecinos les llevaste citatorios? – preguntó Annie
El portero apenas se encogió de hombros.
- Dice mi mamá que esos citatorios que les llegaron del juzgado deben haber
sido para que declararan que Ustedes se peleaban, porque esos vecinos además
eran inquilinos de la tía de tu marido y los mejores testigos son los vecinos y
los inquilinos. ¿Por qué no vas a averiguar?
-No, ahora no. -contestó Annie
- Ahora tengo otras cosas que hacer.
Pero alguna vez voy a ir a leer los papeles de mi divorcio y a ver quién metió
la cuchara para que Jorge me jugara tan sucio. De momento tengo que encontrar a
Tomás porque el lunes todo vuelve a la normalidad y yo voy a tener que irme de
acá. Y ya mismo voy a llamar a doña Molli para que no desnude ni le toque el
pelo a la muñeca.
Anduvo un rato por el sótano y nada
halló. En un momento dado tuvo un pálpito y fue para el que había sido su piso.
Tocó el timbre de los vecinos de al lado y le abrió la señora.
-Annie – dijo
ésta - ¿Qué cuenta? ¿Le alcanzaron los volantes? Al final casi ni me comió el
bacalao...
Annie fue directo
al grano y en una actitud amistosa y tranquila le pregunto:- “¿Ustedes salieron
de testigos en mi juicio de divorcio?”-
La señora no pudo mentir:
- Jorge nos dijo
que el pedido era de parte suya también. Que los dos se querían divorciar
rápido. Y como nosotros estábamos mal de plata y él nos ofreció no cobrarnos el
alquiler del mes y perdonarnos la deuda esa que le pagamos a Usted ayer si
decíamos que ustedes vivían peleando... Fue casi una extorsión... Nosotros no
queríamos pero él y ese doctor...
- Es una
porquería lo que me hicieron. – dijo Annie.- ¿Y dónde está Jorge? ¿Y por qué
estaba tan apurado?
- Eso no lo sé.
Le juro que no sé...
- ¿Y quién era el
abogado?
-Ah...un señor mayor,
muy amanerado para decirlo con delicadeza que nos hizo aprendernos de memoria
lo que teníamos que decir. Pérez...Rodríguez...López...algo así.
Annie, no se
enoje con nosotros por favor...su marido nos tenía contra la pared.
- ¿Y qué hizo con
mi gato?- preguntó Annie
- No sé...pero
las plantas se las llevó el abogado.
-¿Las plantas?
¿Qué plantas? ¿Mis plantas?
-Si usted se
asoma un poquito nomás, se puede ver que su balcón de atrás está pelado. Yo vi
al abogado ese hacer cargar a unos hombres con las plantas. De mañana temprano,
después de que Usted se fue, pero cuando todavía no estaba el portero. Estaban
los de la empresa de vigilancia...Pero a esa hora...estarían medios dormidos.
- Mis plantas...
mis plantitas...-se quejó Annie- Ladrón de cuarta...¿cómo me va a robar las
plantas? Yo los tendría que denunciar a ustedes y a ese abogado podrido...
- Annie, Annie...
si el remordimiento matara yo estaría seca como un cuero. Desde que hicimos esa
declaración no tuvimos paz... todo por un mes de alquiler y unos pesos de
porquería...pero fue enseguida de que estalló la crisis. Estábamos acogotados...
Llegó el marido de la señora y se le informó
de lo hablado. Sólo dijo:
- Creo que el que
Usted lo sepa me saca un peso de arriba... Esta culpa me iba a infartar. ¿Qué
cómo se llamaba el abogado? El doctor...Le decíamos Rodríguez las Lolas. Así lo llaman: Su
apellido es Rodríguez Busto o Rodriguez Bustos. Creo que fue juez en algún
tiempo. Bastante amanerado el hombre no sé si de concheto o de marica.
- Si yo lo
denuncio por robo...¿Ustedes me salen de testigos?- preguntó Annie.
- Además están
las cámaras de seguridad del piso. Nosotros le salimos de testigos, si. Pero de
lo otro... Annie, de lo otro...le pedimos por favor que… ¿Usted sabe cuál es la
condena mínima por dar falso testimonio? Yo no podría soportar la cárcel.
-Hay una cosa más
– aportó la señora – Ellos le fueron a pedir también a la otra vecina que
testificara. La señora sola, la del hijo medio drogadicto. Pero creo que ella
se negó porque es Testigo de Jehová y no puede dar falso testimonio. Ella se
enojó mucho, algo de discusión hubo con ella y ella los insultó. Y estaban los
dos... Su esposo y el abogado ese.
- Quiero ir a
denunciarlo por robo ya. Las comisarías están abiertas todo el día...-dijo
Annie
- ¿Y por qué no
lo va a ver? - le dijo la señora- A lo mejor... es preferible amenazarlo...Para
denunciarlo por ir a pedir un falso testimonio hay tiempo.-pensó en voz alta el vecino- De las plantas se
podrá deshacer...pero de la señora esa...Yerba mala nunca muere...Si a nosotros
nos quieren involucrar, nosotros vamos a alegar que fue con amenazas que
testificamos. Además estamos dispuestos a compensar el mal que hicimos. Ya sabe
Annie, lo que quiera. ¿No tiene casa? Esta es su casa. ¿Necesita productos de
limpieza?¡Vamos al súper! Dentro de
nuestras posibilidades... Siéntese Annie. Vamos a mirar la guía. Vamos a
encontrar al Rodriguez las Lolas ese. Tenía pinta de extravagante, de noble
decadente.
-Yo sólo quiero a
mi gatito.
Esa misma tarde Susi Krause y Natalia
tocaban el timbre del Doctor Lorenzo Rodríguez Busto. El doctor vivía en un
cuarto piso sobre una ancha avenida con amplio balcón al frente. Annie las
esperaba en el bar de la esquina y ya había reconocido a muchas de sus adoradas
y bien cuidadas plantas que se mecían por la brisa otoñal.
La excusa: De la revista “Casas, jardines
y placeres” les había llamado la atención la magnificencia y el preciosismo del
balcón ajardinado y pedían permiso para verlo apenas. La idea había sido de Susi Krause
que era una manipuladora nata. Ella había llamado al doctor y después de
cataratas de halagos e interesadas preguntas acerca del cuidado de las plantas
había fijado una cita para esa hora. El mismo terminó invitándola.
Ella le había preguntado entonces si le molestaba que llevara a su fotógrafa,
él había dicho que no y ella al final le había dejado sus datos verdaderos, su
número de celular, su teléfono de línea “para que no piense Doctor que venimos
a meternos a su casa desde la nada”
-Qué fácil que
es filtrarse en lo de alguien cuando se calibran sus puntos- Le comentó Susi a Natalia mientras subían por el ascensor.
El doctor las recibió en bata de seda y
modales de noble florentino. Ya dentro y por lo fabuloso de la decoración a
Susi le salió decir: -“¡Ay Doctor, Usted más que Lorenzo Rodríguez Busto debería
llamarse Lorenzo el Magnífico!” (Continuará)
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