jueves, 25 de abril de 2013

Si el arrepentimiento matara (continuación VII)



    Annie ingresó en su casa el domingo de pascuas. Lo había hecho con el juego de llaves y le estaban colocando una cerradura nueva más otra de seguridad .No tenía mucho dinero en su haber; la escribana había cobrado bastante, blindar una puerta un domingo era muy caro y por nobleza había repartido su capital entre Susi Krause, Natalia y Juan, a quien vería el lunes. Limpió todo lo que pudo y anotó que necesitaba sábanas toallas y cortinas nuevas. También mantelería Un calefón nuevo, un microondas, un mixer, heladera con freezer, un juego de cacerolas y vajilla completa. Íntimamente tenía la convicción de que nadie reclamaría los departamentos si no se había hecho hasta ahora. El gato estaba atado pues había olido a la blanca en celo.
    Había cosas para realizar. Mucha limpieza. Natalia había ido a devolver la gatita, pero aún había cosas para hacer. Lavaba los azulejos del baño cuando detrás  suyo vio a Juan. No era su día ¿Qué hacía allí?
- ¡Oh! Apareció Tomás, apareció Tomás.- Juan lo levantó y lo agitó en el aire. El gato se dejaba vapulear con total entrega. Todo el mundo anda contando que volviste, yo vine a cuidarte un poco por las dudas. Mi mamá me dijo que viniera. Bueno, el maridito parece que dejó casi todos los muebles, el calefón...
-Dio de baja el teléfono, pero el que lo usaba era él...Si yo no estaba casi nunca.
-Ah...Hablando de eso. Vos estuviste sin celular ayer...
-Sí. Estuve arreglando las cosas. Te cuento todo enseguida. Alcanzame ese cepillito. Tengo plata y un regalo para vos.
-Te vino a buscar la Señora.
-¿Qué? ¿Quién es esa?-Se sorprendió Annie
-La que le compra las cosas a los desesperados.
-Molli se llama. Y es amiga. Muy buena gente. Debe ser porque le dejé quinientos mensajes para que no desvistiera a la muñeca.
-Bueno esa señora buena gente se tomó la molestia de venir dos veces a buscarte. Dijo que quería hablar de algo muy serio con vos.
-Habrá que ir a verla. Pero sola no voy a ir... ¿me acompañás? No. Pensándolo bien voy a tener que molestar a Susi Krause de nuevo.
La llamó y curiosamente Susi Krause  aceptó encantada.


     Esa tarde Doña Molli esperaba en su casa paseándose por el living como una fiera enjaulada. Por un lado le tiraba la codicia, por otro le tiraba su sentimentalismo. Nunca se había visto haciendo algo desinteresado en la vida de los negocios y esta nueva situación la tenía bastante ansiosa y sensible. Para ella los objetos siempre habían sido “mercadería”, dado que ella era una comerciante. Mentiras que era coleccionista, compraba la mercadería barata y la vendía cara. Pero porque era sólo mercancía. Si se hubiere conmovido con todas las historias impregnadas a los objetos que escuchó de la gente que traía cosas para vender estaría muerta o con bocio o con cáncer. Siempre que había seguido esa línea le había ido bien. Y una vez que se había salido de la línea – ahora- porque le tocaron el punto, porque no pudo dejar de enlazar historias, porque esta muñeca venía húmeda, se había metido en un gran problema. Estaba decidida a ser la misma, a enmendarse: Nadie había encañonado a Annie para que le vendiera la muñeca y la muñeca no era sino un objeto de compraventa.
Annie había avisado que iba con una amiga, pero doña Molli no se inmutó.
    Cuando llegaron se alegró de verlas y fingió estar bastante tranquila.
-Te fui a buscar porque necesitarías noticias, nena...Pero no estabas...
- Yo me descuidé porque creí que usted los sábados no trabajaba...-contesto Annie.
- Ayudar a una amiga no es trabajo- repondió doña Molli, y Susi miró para otro lado.
- Pero siéntense chicas. ¿Quieren tomar un té?
- Yo acepto- dijo Susi Krause.
- Ya mismo se los traigo.- La señora las dejó solas y Susi fue a mirar un montón de catálogos y libros que había esparcidos sobre la mesa. La computadora estaba prendida y le echó una mirada. En una mínimo cunita se hallaba la muñeca. Susi Krause la dio vuelta, le levantó la peluca a la altura de la nuca y memorizó lo que había inscripto allí.
Fue de nuevo a los papeles y cuando la señora llegó no le molestó verla pispeando.
-“Está todo en gringo”-le dijo Molli a Susi. Y esta se rió.
Se sentaron y empezaron con el té y unas masitas alemanas deliciosas. Había apfelstrudel también.
-Nena - empezó Molli - ¿cómo es que no se le puede quitar la ropa? Esto es ropita de origen, no lo dudo. Pero mirá como está. Mire Usted señorita como está.
-Si permitiera que la desnudaran estaría matando de nuevo a mi mamá, eso fue lo que me transmitió ella...-respondió obstinadamente Annie.
-Yo quedé pensando... ¿No será que quedó mal cuando atacaron el negocio y ultrajaron a las otras muñecas que había? ¿No será eso? Hay que sacarle la ropita nena, si no, esta muñeca no vale nada...mirá: eso ni es pelo ya...
-Asi como está, algo debe valer -aportó Susi- Si no, usted no sería feliz propietaria del quince por ciento.
-Eso fue simbólico, para que no se tentara de venderla. ¿Pero quién va a tener en la colección una muñeca así?
Susi Krause sintió una sensación de dejá vú. Esto ella ya lo había vivido alguna vez.
-Aquí hay dos cuestiones que van por carriles distintos –aportó Annie- La cuestión de desvestirla que acepto que es un problema terrible que me domina, como el limpiar o el miedo a las ratas y otra es el valor de mercado de la muñeca, Molli. Y qué le parece si empezamos por el valor de mercado porque si no vale nada me la llevo y la dejo sin desvestir hasta que la muerte nos separe.
-Algo vale. Algo vale. Yo busqué, no es una buena muñeca pero tiene su valor.
-¿Y qué querés decir con que no es buena?- preguntó Annie.
- No es una muñeca francesa. Eso te quiero decir.
-Ah...-dijo Susi -¿Y qué es?
-Es una muñequita alemana, discreta. Simpática. La  llamamos Ka y Erre por los fabricantes Kämmer & Reinhardt. Se fabricaron en Walterhausen, Thüringia desde el siglo XIX ponele a partir de 1886.
-¿Y qué le miraron en la nuca?- preguntó Annie.
-La marca, querida, ves :  Mirá: K y R (con la estrella de David en el medio) Abajo está la marca del fabricante de la cabeza: Simón y Halbig. Lo que se dice una muñequita que, en buen estado puede ser...interesante.
- ¿Y esos números?- preguntó Susi.
- Es el molde, el modelo...Esta número 130 no está por ninguna parte. Tiene cara un poco triste...a lo mejor no fue un éxito de ventas como otras...y la retiraron de mercado.


- Molli, más allá de conjeturas vos que sos la que sabe. ¿Qué averiguaste?-dijo Annie.
-Poco, poco. Hay un listado de los precios de casi todas las muñecas Ka y Erre aunque no aparece la 130 y deberíamos calcular entre mil y dos mil...tres mil como mucho pero para las que sonríen y no con cara de tuges como esta. Yo pensaba comprártela en ochocientos... además de lo que ya te dí.
-Acá tenés impresos unos mails con fotos de muñecas muy parecidas a esta... ¿Qué dicen? –dijo Annie
-Este mail es de mi hermano de  California y...dice eso. Lo que les estoy diciendo.
-Se ve linda, limpita...-dijo Susi y tomó el mail – qué parecida ¿no? Como si estuviera haciendo pucheros...Oiga, pero esto no es inglés. ¿En qué le escribe el primo?
-Ah no, el habla muy bien el inglés pero hablamos una especie de alemán judío, cosas de viejos...
-Claro. Cosas de viejos. Si sí. –Dijo Susi Krause.- Hay que resolver esto. ¿Alguien la comprará así sucia?
- Sucia debe valer menos.-dijo Molli
-Entonces hay que convencer a esta mujer de que... ¿Se podrá limpiar vestida y en seco?
-Nena qué estás diciendo...-replicó Molli con impaciencia
-Como amiga, soy partidaria de que las cosas vuelvan a su lugar. Annie ya recuperó su casa y sacó algunos pesos. Te devolvemos la plata, si ella necesita yo que soy amateur y no me interesan estas cosas, le presto y todo a la normalidad. ¿Ciento cincuenta dólares? Acá están... Molli...Ha sido un placer.
-No, no, no. -se sobresaltó Molli-Esa muñeca es mía y mi quince por ciento no se vende.
-¿Cómo que no se vende? Ponele precio a tu quince por ciento. Doscientos dólares. ¿Trescientos? Con trescientos ganás el cien por ciento.- dijo Annie- Esta era de mi mamá, no de la tuya. La muñeca no tiene precio  para mí, no para vos...
-Molli basta de teatro. Este mail de tu primo, en perfecto y clarísimo idish dice que en un remate una Ka y Erre número plín, plín, plín se vendió a ciento sesenta mil dólares. Eso dice el mail que insiste en que es valiosa.
Molli se enojó y le gritó a Annie:-“¡¿Y vos qué me trajiste? ¿A la K.G.B. me trajiste?!”
-Yo la traje porque...
-Molli: ¿Querés tu quince por ciento?- le dijo Susi a Molli –Te ofrezco siete mil Y es mi última oferta.
-No me siento bien...Déjenme pensar.
-Bueno pero esta vez nosotras nos llevamos la muñeca – dijo Annie – Si la vendo te juro que te voy a dar tu porcentaje.
- En el contrato decía claramente que ninguna puede vender la muñeca sin el permiso de la otra. Llevala pero cuidado, que no se te vaya a romper. (Y yo que te la compré por cien dólares...te digo que si el remordimiento matara, me estarían comiendo los gusanos) pero bueno, no miremos para atrás. Shalom. Vayan en taxi, que no se rompa por favor, tomá para el taxi. Envuélvanla bien, cuidado con la cabeza.
-Molli:- Le dijo Susi al irse en la lengua que ambas conocía tan bien.- Sos el perro del hortelano. Dejá de serlo y ganamos todos.(Continuará)

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