-Molli:- Le dijo
Susi al irse en la lengua que ambas conocía tan bien.- Sos el perro del
hortelano. Dejá de serlo y ganamos todos.
-Molli: -Le dijo
Annie.- Cuando mi primo Wolf me mande las muñecas francesas que se despacharon
y que él trajo a América no te las voy a traer a vos...Se las voy a llevar a
Ana Rey en Montevideo, vía Carmelo y por la lancha Cachola.
-
¡Satán!...Ustedes me quieren matar.
Ya en el taxi Susi Krause intentaba hacer
entrar en razón a Annie: “No puedo concebir que si esta muñeca valiera, no digo
ya ciento sesenta sino, la cuarta parte :cuarenta o aún: cuatromil ¡por esa cosa loca tuya no se pueda poner un
poco más linda! ¿Qué le hicieron? No tiene botones, está toda cosida...para
desnudarla habría que cortar estos hilos... ¿Cuándo te empezó esto de no desvestirla?
- Eso ya venía
con mi mamá. La apretaba, mordía, se ponía mal, decía que era de ella, se ponía
roja...insultaba...era como si la quisieran desnudar a ella. Peor: Despellejar
Ni mi abuela pudo convencerla
- Bueno, fue el
único juguete que tuvo en años...Casi un objeto trancisional... ¿Y la peluca?
-Eso fue al
principio. Mi abuela le dijo que nunca le sacara la peluca porque la habían
hecho con pelos de una hermana, que murió en la guerra, en la primera. Que si
alguna vez ella tenía una hija, y la hija se casara había un regalito debajo de
la peluca. Un anillito, ago así. Por eso es que no quiero que se la saquen...Me
olvidé completamente de eso ¿podés creer? Yo me casé, pero no quise sacar la
peluca...Esa foto, que el viejo dice que yo estoy con la muñeca...en realidad
es una foto de mi mamá
-¿Y qué fue de tu
mamá? ¿Qué pasó con ella?
-Se fue a Israel
y murió ahí en mi novecientos sesenta. Yo nací acá, porque ella conoció a un
argentino y se vino un tiempo para acá. Un señor que cultivaba flores en
Escobar. Que viene a ser el hermano menor de este tío que en apariencia me
desheredó. Murió joven, se cayó de un caballo. Con la vida que tuvo, mi mamá
viajaba mucho a Israel y a mí me criaron este tío y mi abuela en Escobar. Pero
los campos, el latifundio digamos, estaba en Entre Ríos
-¿Y si te crió tu
tío cómo un día le iba a venir la loca de desheredarte?-le discutió Susi -La
escribana en eso fue muy sensata. Vos tenés que tratarte Annie, por esto que
pasó, por ese pesimismo ¿Viste lo que dijo ayer la escribana? De todas las
posibilidades te quedaste con la peor. ...A lo mejor con la muñeca está pasando
lo mismo. No se qué te imaginás que va a ocurrir si le sacan la ropa...pero no
se va a acabar el mundo.
Cuando llegaron a casa de Annie eran las
cinco de la tarde de un domingo de pascuas otoñal. Juan se había quedado. La
puerta estaba con sus nuevas llaves y su blindaje. Tomás se había escapado a lo
de Natalia pero no halló a ninguna gatita. Ya de vuelta al consultorio Natalia
lo levantó y también fue a lo de Annie. Como Natalia había cargado con la bicha
hasta los pagos de su dueña Tomás se pegoteaba a Natalia con embelesamiento.
El departamento estaba limpio y no faltaban
demasiadas cosas. Sobre una repisa se hallaba el portarretratos de plata que de
nuevo ostentaba la foto en blanco y negro de la madre de Annie abrazando a su
muñeca. Tendría unos dieciocho años allí.
- Quiero
compartir un secreto con Ustedes –dijo Annie tomando el portarretratos en sus
manos. Lo dio vuelta sobre la mesa y comenzó a sacar la foto que se hallaba
entre un cartón y el vidrio. Separó el cartón de la foto y de en medio extrajo
cuatro pequeños rectángulos de papel. –Miren.-les dijo.
- ¿Son
estampillas? –preguntó Juan.
- Si. Me las
mandó mamá antes de morir. ¿No son lindas? –dijo Annie
- Israel...mil
novecientos cuarenta y ocho... ¿Pero en qué año se fundó Israel? –preguntó Susi
-En ese. Esa es
la gracia. Son la primera estampilla que emitió el Estado de Israel... El
primer sello de Israel...y yo tengo cuatro. Mi mamá era una coleccionista a
futuro. Aparecía una revista y compraba el primer, segundo y tercer número.
Varios ejemplares Con todo era así...
- ¿Y esto es muy
caro?- preguntó Natalia
- ¿Y no va a ser
caro el primer sello que emite un país?- dijo Susi - Menos mal que ese viejo no
lo tiró...Por la foto y por la fortuna en sellitos... Mínimo cuatro a seis mil
dólares en estampillas. Y Jorge los tuvo todo el tiempo delante y no se
enteró...Lo jodiste bien ¿Eh?
Desoués la miró
seria y le preguntó: -“Decime Annie ¿vos sos tonta o te hacés?”
- A veces me
hago. Con esto de los sellos me hice...No iba a publicarlo en los
diarios...”cuatro primeros sellos del Estado de Israel perdidos se
gratificará”. Del anillo en la cabeza me olvidé, lo juro.
- ¿Y eso de las
muñecas francesas que le dijiste a la vieja?
- Eso fue bluff.
No sé. Puede que el primo las tenga y puede que no y no creo que todas. El
primo es el que mandó ese paquete que nunca fui a buscar cuando me llegó la
comunicación de que el tío había muerto y que solo me dejaban una caja con
cosas de mamá. Pensé que habría alguna muñeca y otras cosas de las que ella
juntaba.
- Yo entendí que
serían cacerolas o vasos o manteles...-dijo Natalia - ¿Por qué no las fuiste a
buscar?
-Porque pensé “si
las ve Jorge, con la bronca que tiene, y hay algo bueno, lo va a empaquetar y
va a salir a venderlo a San Telmo. Que se queden ahí las cosas que las tiene un
notario” Jorge se puso tan malo cuando recibí el comunicado de desheredación...
Yo quería hablarle y decía “Está jugando Boca”
- Vos hacés de tu
vida una serie de intrigas, Annie, y no es justo. Que si el gato está, que si
no está. Que si la casa es mía que si no es mía. Que si heredé que si no
heredé. Que si vendo la muñeca, que si no la vendo. Que si los sellos están,
que no están. Que si hay más muñecas, que si no. Que puede o no haber un
anillo. Que si valen cuatro o seis las estampillas. Que se saca la ropa que no
se saca Y nosotros prácticamente de
público, tratando de ayudarte estamos haciendo una úlcera –dijo Juan
-Típico de los
obsesivos. Por eso trato de no atenderlos. –Dijo Susi –Yo tenía un profesor que
decía que la vida de un obsesivo es una novela de suspenso. Imaginate si
dependieras económicamente de ellos... Tiene que ver con la etapa anal, retener
o largar la caquita. Una manera de tener en vilo a la madre, sus primeros
pininos con el Poder.(Continuará)
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