... Y cuando empezó a sacarle la ropa holgada que mojada y adherida al cuerpo
dejaba traslucir un cuerpo menudo aunque fibroso sintió pena de nuevo. Algo la
sorprendió: Chloe tenía ropa interior cara y sexi, y esas lolas eran silicona.
¿Quién lo hubiera dicho?
Igual continuó rezando Padres Nuestros y Aves Marías. Se animó a hurgar en
una lola y si: Silicona. Bueno. Cada uno gasta la plata como quiere. Más
líquidos salían del cuerpo de Chloe y el agua los llevaba. Algo la llevó a
raparla y a secar y quemar los pocos pelos que Chloe había conservado en su
cabeza pero de nuevo se desorientó: Ella tenía idea de que Chloe usaba peluca
porque tenía unos mechones débiles aquí y allá (se estaba quedando pelada) y
descubrió que Chloe tenía cabellos grises pero sanos cortados a lo varón y a la
antigua. ¿Piezas dentales? Buscó una pinza y la dejó a mano para extraerlas.
Diez mil dólares en titanio habría allí por lo menos. Y oro dental como para ir
a una casa de empeños e irla remando hasta que se aclararan las ideas.
Chloe tenía (había tenido) un gran
freezer que se hallaba ocupado hasta la
mitad. Carmencita colocó en la heladera lo que pudo y envueltos en plástico
(esas humildes bolsas de supermercado) comenzó a guardar los trozos de cuerpo
de Chloe. Extraídos todos los metales, las muelas y dientes los haría polvo con
un martillo. Pero el asunto era qué hacer con los pedazos de cuerpo. Tenía
veinticuatro horas para dejarlo todo, absolutamente todo, en su vivienda y
venirse. Porque al día siguiente debería abrir el consultorio como ella o como
Chloe, pero abrirlo.
A eso de las dos de la tarde le
vino una inspiración. Pedir cemento a una barraca y hacer lozas con pedazos de
Chloe adentro. Buscar una excusa para esas lozas. Serían como grandes ladrillos
de cemento. En esos pensamientos se hallaba ensimismada cuando sonó el timbre.
¿El timbre? Se sobresaltó pero fue a abrir.
- Chloe... -
llamaba una voz- Chloe... soy yo. Rita, la vecina.
"Ah, si Rita."
María del Carmen
se asomó a la puerta.
- Hola Rita -
dijo en voz bien baja
- Hola Carmen,
¿está Chloe?.
- Chloe está
descansando. Anda un poco tirada.
- Vi lo del
gatito...Es Gaspar ¿no?
- Si, Gaspar.
- Que
espantoso... ¿y cómo fue?
- Lo halló muerto
esta mañana, tempranera como es, se levantó y estaba afuera, tirado. Estaba
tibio todavía...
- Y yo que lo
vi...pero espere un poco...Yo lo vi como a las nueve a Gaspar.
- En el
contenedor de la basura lo habrá visto porque yo lo llevé más o menos en cuanto llegué antes de
abrir el...
- Le digo que lo
vi. Estaba en la ventana de mi cocina llorando...
- No puede ser...
a lo mejor no estaba muerto... Con el calor a lo mejor estaba desmayado...pero
acá en casa no está. Y yo lo dejé en el contenedor.
- ¿Pero no tienen
un cementerio privado ustedes?
María del Carmen
estaba muy acostumbrada a responder mentiras con rapidez por el ex-marido
paranoico e inquisitivo que había tenido.
- Culpa mía. Yo
pago las cuentas y justo este mes no pagué la cuota. Pero no le diga nada a
Chloe, por favor... Está muy deprimida.
- Yo vi a Gaspar
a las nueve, nueve y diez como mucho. Voy a ir a casa y lo voy a llamar. Si
aparece... Oh, mire, ahí está.
-¿Dónde?
-Ahí arriba, en
la hiedra de la medianera.
Gaspar las miraba
como con desdén desde la hojarasca.
Oscar de la
Academia tenía que ser. Fingió sorpresa y emoción.
- ¡Gaspar! Cristo
resucitado...¡Gaspar! Y Chloe que se tomó una pastilla....Este gato tuvo un
soponcio por el calor y Chloe lo creyó muerto.
-Bueno, anoche hubo una riña de gatos muy fuerte... En fin, Me alegro. Yo
lo echo porque quiere jugar con la
tortuga, pero en el fondo quiero mucho a Gaspar. Me alegro por Gaspar y por
Chloe, mándele saludos. Si puedo, después la llamo
por teléfono.
María
del Carmen cerró la puerta con un problema. La incierta pero posible llamada de
Rita. La contestaría haciéndose pasar por Chloe pero se fingiría afónica. El
aire acondicionado pone afónica a la gente.
Media hora después volvió a sonar el timbre.
- ¿Si?
- Hola señora o
señorita, disculpe, vi el cartel. Soy el señor que cuida las cocheras de la
otra cuadra...pasé y...vi el cartel y...
- Si pero fue una
falsa alarma. Mi patrona lo encontró desmayado y con el calor pensó que estaba
frío porque estaba como muerto. Lo llevé al contenedor y se ve que se recuperó
y salió... Una suerte pero por hoy la señora...
- Por lo que veo
es Gaspar... - dijo el hombre mirando la foto
- Si,
Gaspar...una suerte. La señora tomó un somnífero.
- No se
preocupe... Después me comunico con ella por el chat. No nos vemos nunca pero
chateamos y jugamos corazones algunas noches. Dele mis saludos. Esta noche
tendremos cosas para hablar, mi gata está por tener gatitos y uno de los
posibles padres es Gaspar...
- ¿Usted tiene
gatos?
- Cuatro.
Hablamos mucho de eso con Chloe... pero no la molesto más.
Carmen cerró desolada.
Ahora el Chat. ¿Y si había sabido Chloe los
nombres de los gatos del hombre y el hombre empezaba hablarle de la Blanquita y
del Totito y Carmen no sabía que contestar? Volvió a abrir.
- “¡Ehh señor!” -
llamó al hombre que se iba.
- “¿Diga?”
- “A Chloe se le
derramó agua mineral en el tablero y no le pude comprar el otro todavía. Puede
que no le conteste hoy de noche.”
- “Bueno, yo sé
que ella se aparece y se desaparece en el chat. Ya nos comunicaremos. Me alegro
por el Gaspar. Buenas tardes...uf qué susto ¿eh?”
No iba a ser tan
fácil.
DEL DIARIO DE MATILDE: “Casi me infarto cuando
vi la nota fúnebre y la foto de Gaspar.
“Me explico: La noche anterior, a
eso de las once, una de esas noches oscuras y calurosas horribles, sentí en el
corredor un maullido largo. Salí pensando que se trataba de mi gato pero no,
era otro, uno canela grande, peludo,gordo. Eso lo supe después, cuando me calcé
los lentes. Al momento de verlo, para mí era un gato pulguiento de esos que se
aparecen por casa a darle una tunda a mi adorado Becho y que lo dejan meado y
asustado durante días. Y Madonna, la hermanita, no lo defiende. No son como los
perros que forman bloque. O era eso o era un pretendiente de Madonna que viene
a cortejarla ignorando que está castrada.
“La cuestión es que había un gato -o
gata- enorme en el corredor maullando y Madonna estaba arrinconada y Becho no
estaba por ningún sitio. Mi Becho corpulento pero tontito, no tienen un año
todavía pero parecen grandes, más él que es macho.
“Entonces empuñé un caño largo de
plástico y con el caño empecé a azuzar al intruso para que se fuera pero el
animal corría de una punta a la otra del largo pasillo pero no saltaba ni se
escurría. Lo empujé pegándole en el lomo pero no se fue. De golpe se echó y
empezó a maullar. Entonces solté el caño, me calcé los lentes y lo ví bien:
Gordito, brillante, gato de exposición parecía. Le di fin al lado hostil de la
reyerta y le dije: "Sos un príncipe y un bebote. Hagamos las paces"
Me acerqué a él y le dije: "No debes estar aquí. Retírate plísss"
pero nada, ahí seguía. Echado y haciendo un maullido que pretendía ser
disuasivo pero que era puro temor. "Retírate baby, pliss" Entonces me
acerqué a él con precaución y a riesgo de que me arañara y me mordiera lo aupé.
Se dejó levantar. Era un osito. Lo llevé hasta la calle y me dije "Este es
un gato de familia, no lo puedo dejar aquí, a ver si lo revienta un auto" Caminé hasta lo de la radióloga que tiene un
montón de gatos, en la otra manzana a la vuelta, y lo dejé en el jardincito del
frente, reja para adentro. Se quedó allí, no parecía asustado.
“Yendo para el supermercado, paso de
mañana por la casa, veo la foto y el responso y casi me viene el síncope:
"Lo maté con el caño" fue lo que pensé. "Nunca me lo voy a
perdonar".
“No me reprimí, toqué el timbre,
tenía que saber. Me atendió una señora que ya de entrada me dijo "La
radióloga está descansando pero no se preocupe, fue una falsa alarma, el gato
tuvo un problema por el calor, pero resucitó"
“Casi me pongo a llorar en sus brazos. Me dije
"Gracias, Dios mío". Pero me dio por preguntarle:
-"¿Y usted
cómo sabía que yo venía por el gato?"-
-“Es que ha venido
muchísima gente por Gasparcito. Vino hasta el paseador de perros...De la
veterinaria nos llegó una corona de flores...”
-“Oh, el paseador
de perros...qué atento.”
“Me presenté y le dejé mi tarjeta,
pidiendo perdón por que fuera tan solemne pero teniendo tarjeta no le iba a
escribir mis datos en un papelito. Pregunté también si la señora Chloe, la
radióloga necesitaba algo y me puse francamente, de corazón, a las órdenes.
Estaba sedada la mujer. También, después de tamaño susto...Yo tengo un volantito de ellos y en cualquier momento la
voy a llamar. Qué momento. Para mí y para la dueña, qué momentos. “Parece que
lo encontró tirado, como muerto, no se movía y con el calor no se notaba si
estaba frío o caliente. No se despertó y lo envolvieron en diarios así nomás y
lo llevaron al contenedor de basura del cual salió al rato. (Al ¿contenedor de
basura? ¿Pero esa mujer tiene corazón?)
Yo me quedé pensando que con el caño no le di en la cabeza, apenas lo empujé,
jamás le pegaría a un gato o a un perrito. Historia con final feliz.”
Vuelta a su cuchitril, a su
refugio, María del Carmen pensó seriamente en entregarse a la policía. Y si no
lo hizo fue por miedo a que la detectara el marido. Iba a hacer dos años que le
había perdido el rastro después de muchos sacrificios que tuvo que realizar
ella y mucho trabajo de gente que la había ayudado. No veía a sus hijos ni los
llamaba. Dormía muerta de miedo en un comité del Partido Socialista que la iba
rotando por seguridad (como en la dictadura) Y ahora, por un gato de mierda
había convocado a una multitud de visitantes.
El paseaperros. ¿Pero Quién se iba
a imaginar? El Veterinario (Su Majestad, EL Veterinario) La del kiosko. Un
individuo que alimenta 78 gatos en la zona todas las noches. Señoras con niños,
señores con bicicletas. Una chica joven que tiene nueve gatos. Un policía que
vino como vecino a contar que a él se le había perdido un gatito y Chloe lo
había ayudado. En suma un desastre, una catástrofe.
Repasó nuevamente el plan que
parecía tan sencillo. Chloe era una "vieja".... "loca" que
tenía un problema serio mental por el cual no salía a la calle. Ni al jardín
salía. En diez años no había ido ni a tirar la basura (parece) Sin familiares
conocidos y con un trabajo en el que los individuos pasan sin retener la cara
del técnico que los atiende, especialmente si usa lentes de protección,
tapabocas y guantes de cirujano y se cubre con un delantal de plomo sobre su
blanca túnica que le llega a los tobillos era la persona ideal para ser
suplantada pero ahora estaban en danza: La cobradora de la veterinaria, el
Veterinario, el dueño de la veterinaria, y gente y más gente y más gente hasta
llegar... al paseaperros.
Porque ahora resultaba que Chloe
había resultado ser miembro de una suerte de club, de cofradía mejor dicho, una
secta a la que pertenecían muchas personas silenciosas, calladas y sigilosas
que no se llamaban en horas de trabajo ni hablaban personalmente ni por
teléfono pero que se comunicaban en una suerte de comunión espiritual con el
tema de los gatos. Seres nocturnos y sin rostro, seres eternos, universales que
les dejan comida en los parques y casas abandonadas, que a las diez de la noche
se hallan detrás de un árbol cambiándoles el agua en algún tacho invisible,
personas sin rostro, sin voz, capaces de caminar cada noche cuadras y cuadras
cargando bolsas de comida (arroz con carne, arroz con granola) y dejando aquí y
allá en bandejas descartables o sobre papel ese alimento para los felinos,
personas que los conocen y hasta los han bautizado, que se saben al dedillo
cual es de la calle, cual es de qué casa, cual está perdido.
Y ella, María del Carmen había
encontrado muerta a su patrona y convencida después de tres años de estar con
ella nueve horas por día de que estaba completamente aislada y sola con su
gaterío y que nadie le prestaba atención, la había desmembrado completamente y
tenía su cabeza y sus partes en un freezer incluidos su ropa interior de trola
fina y sus tetas de silicona y sus dientes de porcelana incrustados con titanio.(Continuará en breve)
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