martes, 28 de mayo de 2013

ESAS VIEJAS DE LOS GATOS (Continuación 5)



   Dos empleados de la empresa Cablecanal que andaban por los techos la vieron y se quedaron duros.

 -"Las manos arriba y bieen quietitos"- dijo fuerte y firme

- “¡Tranquilicesé señora! ¿No ve que estamos colocando una antena?”.

- “¡Por favor, señora...ya nos vamos...no nos apunte con... eso!”

- “¡Debimos avisarle señora, mire, aquí está el papel, estas son nuestras credenciales, estamos desarmados!”

- “¡Quietos y a sacarse la ropa muuy despacio!”- les ordenó ella.

Se sacaron los uniformes y no había armas. Se sacaron las remeras. Se sacaron los pantalones y finalmente se sacaron los calzoncillos. Estaban desnudos con los brazos en alto en la medianera. Sus únicas armas, pinzas y destornilladores. 
   A sus espaldas apareció una vecina conocida. Traía un revolver grande en una mano y dos celulares en la otra. Mientras Carmen no dejaba de apuntar la vecina revisó todo el predio, se subió al techo se puso junto a los jóvenes y escudriñó todo lo que traían.

- “Me parece que fue una falsa alarma... Bueno muchachos, aprendan... Avisen a la gente antes de andar por los techos. ¿Estás bien Malena? “

Los empleados desaparecieron.

La vecina aquella, la histérica que le pegó con el caño de plástico al gato Gaspar, la que se puso a las órdenes, la que estaba llena de culpa y daba gracias porque no hubiera sido ella, habló por uno de los celulares que traía abierto.

- “Aborten” -dijo – “Falsa alarma. Aborten. Besito. Chau.”- y cortó.

- “Movilizaste a toda la caballería mami.” -dijo metiéndose el revolver en la cintura.

Desde detrás del tapabocas Carmencita le dijo sí, sí, sí y la abrazó efusivamente. No necesitaba fingir. La voz se le había quebrado.  -

-“Dejé un paciente en el consultorio.”

-“Y yo dejé una partida de rummy. Tranquila mamita, fue falsa alarma.”



    María del Carmen volvió con el adolescente no sin antes darles su caviar a las gatas.Ni el nombre de la vecina sabía.

Rato después llegó un camión de Cablecanal y un señor que dijo ser supervisor pidió mil disculpas por la invasión de predio.

Cerró la consulta y fue a escudriñar en los celulares de Guity y Gretchen.

Uno de ellos, el de la gata joven y la pistola siete sesenta y cinco, tenía un número y un nombre: Alerta Amarillo. El otro, el de la nueve milímetros y la gata vieja tenía otro número y otro código: Alerta Naranja. "Tipo: Llamame sólo si estás en peligro inminente".¡Menos mal que no había llamado!¿Y el alerta rojo, el "estoy bajo fuego"? ¿Dónde estaría? Revisó debajo de todos los almohadones de los gatos pero no había ni más celulares ni más armas.



   Esa noche el cielo se puso oscuro y el calor se hizo insoportable pero cayeron unas gotas y despejó. María del Carmen temía que en algún sitio alguien la necesitara alguna vez a Chloe, lo que es decir a ella y que ella no pudiera y no supiera contestar el mensaje, pero en seguida se enojó consigo misma. Chloe desde el más allá la estaba involucrando y la estaba vinculando y ella quería la plata de Chloe para poder recuperar su vida.



   "Malena. La que canta el tango como ninguna”-cavilaba María del Carmen-“Así me llamó el jefe de ventas de la veterinaria, pero yo pensé que...bah. O sea que el tipo también está en el mojo. Le debo una a esta mujer. Los gatos avisaron por la presencia de extraños, podían ser los enemigos de Chloe pero podía ser también mi marido, y esa gente vino a ayudar. ("Movilizaste a toda la caballería mami") Evidentemente Chloe era alguna persona importante en esta red de protección en la que yo estoy incrustada. Yo no tengo a quien llamar, nunca me dieron esto de los celulares. Viví de cueva en cueva hasta que me adoptó Chloe pero nunca me contaron nada, es más, nunca me hablaron de nada Chloe me ocultó a mí todo el tiempo pero me ocultó cosas de ella a mí. ¿Una sobreviviente? ¿Y cómo puedo estar segura? A lo mejor es otra red clandestina y no la de las mujeres maltratadas y marcadas para morir. Pueden ser traficantes, terroristas, mafiosos en retiro...Pero Chloe sabía que yo estaba marcada, eso sí se lo dijeron, de eso me acuerdo...y me recibió.  Que complicado es todo esto. ¿Y quiénes pueden estar dentro de la organización "no gubernamental" esta? (estoy un poco loca, estoy nerviosa) La vecina que ahora sé que se llama Matilde y que hace páginas Web en su casa, el Director de ventas de Best Friend's Vet (un bombonazo, sabe, tiene que saber porque me llamó Malena)  tal vez todos los del celular Yomisma o tal vez not. Parece que la vecina Matilde tiene dos gatos más ¿estará en los mismos asuntos que Chloe? De todas maneras no me importa, aunque me debe importar. Mi suerte es funesta. Vengo a ocupar el sitio de una vieja (no tan vieja) loca... y... ni es vieja ni es loca ni es enferma de la cabeza ni es sola y lleva encima una vida complicadísima. Ingenua de mí, principiante, tontita....Y yo que la corté en pedacitos... Esta gente me va a matar. Hagamos algo: Yo encuentro la plata que necesito para recuperar mi vida, recupero mi vida, recupero mi vida y después me entrego. O me voy. Esta gente no merece a alguien rastrero como yo que está sabiendo cosas que no debería saber."





    Otra madrugada fresca para hacer cosas en un día de calor insoportable. Los gatos no estaban bien, estaban tirados. Tranquilos ¿Estarían sabiendo del final de Chloe? El día anterior había hecho un pedido al supermercado como ella misma y había ido al cajero como ella misma y había pagado cuentas como ella misma y se imponía cocinar un poco.

    Había revisado todo en busca de documentos tales como resúmenes de cuenta bancarios, títulos de propiedad, o por lo menos débitos de las tarjetas de crédito y no había hallado nada. Chloe llevaba un sencillo sistema de contabilidad del consultorio con cinco columnas tontas: Fecha, concepto, entrada, concepto, salida y observaciones. Tenía la tarjeta del cajero con un límite bastante magro de lo que se podía sacar por día. También lo anotaba en "Entradas" como "cajero" y se limitaba a anotar todo lo que circulaba como dinero visible.

    Eran las cinco de la mañana y se escuchaba el sonido de los primeros ómnibus. Tocaba lavar sábanas y una de las túnicas y ropa blanca de toda clase. María del Carmen se hallaba en esos quehaceres cundo vio que uno de los gatos jugaba con un objeto duro. "Estos mataron otra cucaracha, que asco", pensó. Era Günter, un gatito joven a quien se le había desprendido del collar una cápsula metálica que todos llevaban pendiendo del mismo y dentro de la cual, se hallaba un papel con los datos del gato por si éste se perdía. María del Carmen recogió la cápsula y la abrió, desenrrolló el papel y efectivamente estaba el nombre de Chloe y el teléfono del consultorio con la aclaración: "Se gratificará". Si habría llamado gente en estos años por eso... Enganchó nuevamente la identificación en el collar de Günter y recordó la ceja y los bigotes que había encontrado dentro del secador de pelo. Si hubiera encontrado plata... Evidentemente un caño estaba bueno para meter plata enrollada dentro de él y en esa casa no faltaban. Estaba el antecedente del secador de pelo. Sería cuestión de buscar por esos lados. Ya que se hallaba en el baño pensó en el caño de la cortina, se sentó en el vater y empezó a mirarlo. Pensó en ese caño porque en la casa no había cortina de baño, y así como por el pelo corto de Chloe el secador de pelo era ocioso, por la falta de una cortina de baño el caño de la cortina también era ocioso.

      María del Carmen nunca se había sentado a observar el baño y su vista vagaba por todos lados. Era un baño común, con una pileta, un bidet, un vater, una ventanita con mosquera, y un cubículo para bañarse con caño en ángulo recto. La puerta era una puerta con vidrio arriba, lo que permitía percibir desde afuera si estaba ocupado o no.

     El sitio tenía aspecto de piscina, de piscina de material como la de los clubes pero de una altura de medio metro.

     Necesitaría alguna herramienta para sacar ese caño. Terrible espejo tenía Chloe. Debajo de la pileta con mesada de mármol había un armarito en el cual se guardaban productos de limpieza, papel higiénico, cosas de tocador. Ella pensó que en tal armarito podría haber algún compartimiento secreto. Que podría haberlo detrás del espejo también. Pero se hallaba concentrada en el caño. Cuanto más pensaba en el caño y en lo que podía contener el caño más crecía en su mente que ese baño más que un baño era un búnker por el tipo de cerradura de la puerta. A simple vista se trancaba desde dentro pero... la tranca no era simple de una vuelta sino de dos. Con la puerta abierta trancó dos veces y comprobó que muchos dientes salían hacia afuera. Era una puerta indudablemente blindada y el vidrio de arriba era indudablemente blindado.    No quería destruír el baño pero se puso a investigar un poco. Si la puerta estaba blindada la ventanita o tragaluz debería ser un posible escape o estar en condiciones de ser blindada también.

     La lavadora podría albergar también algún secreto. La plata tendría que estar allí, evidentemente porque si te escapás de una casa por la ventana del baño es para no volver y quien se va se lleva documentos, dinero...eso. Allí debería estar todo. Puso manos a la obra.

   Le dio por meterse en la mini piscina de un metro cuadrado. Desde allí miró al caño, estaba muy bien empotrado. ¿Bien empotrado?  Bien empotrados estaban los caños que sostenían al caño que se podía quitar levantándolo simplemente desde dentro de la piscina. Lo sacó y metió mano dentro: Vacío en apariencia, qué chasco. Sopló fuerte dentro de él y el aire fluyo de un extremo a otro. Lo colocó de nuevo en su sitio un poco frustrada.

   Una hora después había revisado el baño y no había hallado nada. Detrás del espejo había pared azulejada. Dentro del armarito encontró muchas cosas que revisó a conciencia pero nada del otro mundo. Detrás o dentro de la lavadora tampoco había nada. 

   Fue a darle de comer a los gatos y por el plato sin dueño faltaba uno. Los miró bien y faltaba Gergor.  Gregor era corpulento pero no tenía diez meses. Trató de recordar cuándo lo había visto por última vez pero no pudo,  la madrugada anterior también había faltado pero con el calor muchos gatos habían sido remisos en ir a comer. Se asomó al fondo y lo llamó. El gato no dio señales de vida. Se puso nerviosa, Gregor era un gato bastante infantil, nunca había faltado. Además tenía un mal presentimiento. Vestida como ella misma tomó las llaves y salió a dar una vuelta a la manzana por si lo veía. Lo llamaba y agitaba el llavero. Volvió a la casa con la esperanza de que estuviera pero no estaba. Continuó con las tareas, colgó la ropa lavada, y se iba a vestir de Chloe para abrir el consultorio cuando decidió ir a buscarlo de nuevo. Agitando el llavero lo llamaba a viva voz.

   Al pasar por la casa de Rita ésta se asomó. Carmen le contó del insuceso y Rita prometió ayudarla pero la calmó: "Los machitos se van a tener sus aventuras amorosas...y después vuelven. Tranquilicesé: Los gatos vienen solos."

-"Pero después de lo de Gaspar...- contestó María del Carmen (era ella que no soportaba las pérdidas)- "Chloe está sensible y me lo mandó a buscar. Es el naranja atigrado ¿se acuerda? Además es corpulento pero chiquito, puede haberle pasado algo"

- "Tiene razón" - le contestó Rita. -"pero tienen identificación ¿no?"

- "Claro que tienen, pero usted conoce a Chloe" - suspiró María del Carmen – Ahora se la pasa diciendo Günter, dónde está mi Güntercito...Lo dice todo el tiempo, es muy triste- (continuará)

domingo, 26 de mayo de 2013

ESAS VIEJAS DE LOS GATOS (Continuación 4)




(Continuación) Se despertó, o la despertó el timbre de la calle como a las siete de la tarde. Estaba rodeada de catorce felinos la mayoría echados debajo de la salida de aire. Era el pedido de la veterinaria. Afortunadamente nadie había venido ni llamado.



 "Trece de Enero. Cuatro treinta de la mañana. Ahora me llamo Chloe. Chloe me llamo ahora. Soy una sobreviviente. Y ahora me voy a bañar, voy a desayunar y voy a alimentar a mis mininos porque si no mi marido me va a encontrar y me va a torturar y me va a matar. Eso. Y nada de pastillas. Tengo que estar con todas las pilas puestas." Se levantó como impulsada por un resorte y se fue a bañar con agua fría. Habían descansado casi todos, menos los machos,  en el piso del consultorio.
  Volvió del baño y mientras se secaba el cabello pensó que estaba haciendo todo mal. "Intento abarcar todo y no resuelvo nada completamente" "No me impongo prioridades" "Hasta ahora he tenido sólo suerte". Esa tarde era prioritario lo de los lentes de contacto verdes.
  Pensó en lo del celular y  la gata Giselle. Prácticamente la gata la llevó a descubrirlo todo. No estaba de más cuestionarse el porqué de ocultar al celular pero esto no era prioritario. Era evidente que Chloe había estado ocultando cosas, había tenido alguna doble vida, eso no importaba mucho. Casi seguro que si Giselle manejaba al celular otros gatos tuvieran otras habilidades, el tema era si eso era conducente o inconducente.
  De momento todo era conducente pero para poder imitar más y mejor a Chloe. Más aún. Había que pensar como Chloe. Por ejemplo: Era casi seguro que no todos los gatos manejaran secretos como Giselle. Los pequeños por pequeños. (De catorce se pasaba a once) Los machos por aventureros. (De once se pasaba a siete) Una gata muy vieja como Guity, la amiga de dormir sobre las panzas de la gente probablemente hubiese tenido y tuviera una ocupación pero a los trece años era bien probable que otra (hembra adulta y castrada por lo doméstica) ya hubiese aprendido a hacer lo mismo. (Quedaban seis)    Había que prestar atención a Guity y a alguna otra a ver si hacían algo al mismo tiempo.
  Había que buscar el dinero escondido de manera más sistemática o pensar si Chloe habría dejado pistas. Revisar la agenda de nuevo, buscar y rebuscar por la casa un posible escondite. Se enroscó el pelo alrededor de la cabeza como en sus años de veinteañera y buscó el secador de pelo. No había amanecido. Tenía tiempo, que era lo que le faltaba. El secador estaba en un compartimiento del baño. Lo enchufó y lo prendió pero no salía aire y se estaba recalentando. Tiró del cable antes de que se fundiera y miró dentro del tubo: Había unas cosas obstruyendo, en una bolsa de plástico. Se persignó y metió la mano dentro.
  En la bolsa había un bigote postizo grande, canoso. Un par de cejas que hacían juego y había también un mínimo estuche de lentes de contacto, vacío. ¿Usaría Chloe lentes de contacto? Fue al ropero y miró bien la ropa de Chloe. Había camisas pero algunas eran de hombre. Había sacos y dos eran de hombre. Y había pantalones que acompañaban esos sacos y tres eran de hombre. O sea que Chloe se vestía a veces de hombre y si lo hacía era ya para cumplir alguna fantasía sexual o para salir a la calle disfrazada de hombre. ¿Sería Chloe también una sobreviviente? Nunca nadie le había dicho por qué la había aceptado como empleada para trabajar con ella sin documentos, sin papeles, sin recibos y sin preguntas.
 
  María del Carmen se dijo a sí misma: "Partamos de la premisa de que Chloe era, fue una sobreviviente. De quién huía no importa...o sí: Porque si voy a ser ella en lugar de tener un perseguidor  voy a tener… ¡dos!... Y al primero lo conozco bien, pero del otro no tengo una putísima idea. NO: No entremos en pánico. Peor que mi marido no puede haber. Además Chloe la llevaba lo que se dice: bien. Muy bien. Su estrategia estaba dando resultado.
  "Voy a tener que ir al freezar a sacar la cabeza de Chloe para ver cómo era con bigotes y cejas tupidos y de paso para buscar los lentes de contacto."
   En dos horas miraba a una Chloe muy varonil con pelo corto, bigotes y cejas canas como el propio cabello, y unos ojos celestes muy lindos. Los lentes verdes blandos se los había quitado y se hallaban en su mano y un problema más había aparecido pero un enigma había sido resuelto. Le besó la frente, envolvió la cabeza en bolsas del supermercado y la puso de nuevo en el freezer. Ya no debía comprar lentes de contacto, al menos verdes. Debería comprarlos celestes. En cuanto al bigote y a las cejas, ella también tenía cabello cano. Se iba a rapar a cero y lo iba a dejar crecer. Mientras tanto usaría la peluca de Chloe o andaría como Chloe. ¿Y para ser ella misma cómo haría? Ahhh, no. Nada de raparse por ahora.
  -"...Y tampoco puedo ser impulsiva"  - se dijo.


    La rutina matinal era clara y simple. El paseaperros pasó pero no llamó, ni se detuvo. Vestida como Chloe se puso la túnica, los lentes, los guantes y el tapabocas y salió a atender. Radiografió a siete personas.
    A las doce cerró y se fue para el fondo. No se terminaba de quitar los lentes de protección cuando sonó el timbre. Atendió por el portero eléctrico:
 -“Doctora, venimos a colocar el aire.”
    O sea que Chloe había ya resuelto el asunto. Por las dudas atendió como ella misma.
- “La Doctora se recostó.”
- “De la barraca la llamó el patrón para avisarle de la demora pero no le contestó, varios mensajes dejó.”
- “Es que ya nos dábamos por vencidas…”.- Dijo María del Carmen.
- “Señora con este calor estamos instalando aparatos con quince días de  demora.”
- “Lo comprendo. Pasen.”
...
-“Bueno ¿Y ahora? ¿Qué les debo?”
- “Acá dice que le quedó debiendo al patrón cincuenta dólares.”
(¿De dónde iba a sacar cincuenta dólares? Pensó rápidamente en el dinero del consultorio.)
- “¿Puedo darles pesos? Se demoraron tanto que al final los gastamos en otra cosa...”
- “Bueno. Cincuenta dólares serían unos mil...”

  Con el aire la vida era otra cosa.
  Una frase había quedado en su mente: "De la barraca llamó el patrón"
  Carmen había revisado el celular "Yomisma" pero la única llamada era la del vendedor jefe de Best Friend’s Vet y mensajes de texto y correos de voz del paseador de perros que atiborraban las casillas. ¿Habría otro celular?
¿Y por qué dos? En la agenda no había nada que diera la pista de otro celular. ¿Y en el directorio del celular Yomisma?  Buscó y hallo a un sospechoso Eu. De nuevo fue al consultorio dejando las puertas abiertas y llamó a Eu.  Apareció Ginna. Ginna dormía encima de un almohadón de un sillón medio retirado, del cual también salía un cablecito. Bajo el almohadón había otro celular. “¡Pero qué retorcido todo por Dios!”

  Después de profuso y minucioso examen notó Carmen que el primer celular, Yomisma, era el importante, el de los allegados mientras que Eu era para lo que Chloe llamaba siempre "la mersa".
Allí estaba el mensaje del barraquero disculpándose por las demoras y otros dignos de atención porque cada uno abría una ventanita pequeña de la vida de Chloe. Llamadas de ida y de vuelta a la farmacia, por ejemplo.
   Sofisicada. Chloe había sido (si es que había sido) una sobreviviente sofisticada. Ahora: ¿Por qué ocultarle a ella, a Carmen lo de los celulares si le daba el número de uno u otro a todo el mundo?
Ni que el marido de Carmen la fuera a torturar para saber por qué le había dado refugio.
(Bueno, Chloe sabía muy bien quién era el marido de Carmen así que cualquier precaución no habría estado mal) Tal vez había quería cuidarse del marido de Carmen si éste aparecía. Habría querido  aparentar ser una radióloga que no salía ni a la calle pero de puro loca que era, una de esas locas de los gatos que no tenía ni teléfono ni celular salvo en el consultorio, que vivía con sus felinos y que veía poco y no entendía nada de la tecnología moderna salvo el jueguito de los corazones y el chat. (Correo de internet no había, al menos en apariencia).
  "Esto parece un maldito juego de computadora. Toco un cuadradito y o bien aparece una bomba o bien se me abren posibilidades - se dijo Carmen- La vida de Chloe me distrae de mi propia vida y de mis objetivos pero a la vez me educa. A mí nunca se me hubiera ocurrido disfrazarme de tipo, por ejemplo. Hay cosas que hacía que se justifican pero hay retorcimientos insufribles como darle a cada bicho un premio distinto. En cuanto a ser hombre ¿cómo no se me ocurrió? Podría haber sido novio de mi hija, pretendiente de mi hija, profesor de mi hija y podría así haber podido ver a mi hija. Que burra he sido."
   Entre una cosa y otra eran las cuatro y no había comido pero al menos había aire y otro gato había demostrado su habilidad (A costa de sardinas lavadas).


  Sobre las seis de la tarde Guity y Gretchen se aprecieron a molestar de una manera insufrible. Absolutamente insufrible. Estaba atendiendo a un adolescente y le tuvo que pedir perdón y dejarlo solo para seguir a las gatas. Buscó y debajo de los almohadones de ambas había: Un celular y una pistola calibre nueve milímetros en el canasto de Guity y otro celular y otra arma pero siete sesenta y cinco bajo la almohada de Gretchen. Ambos celulares tenían como primera función "Marcado rápido: Peligro" y "Marcado Rápido: Peligro inminente". "Esto es peligro inminente" se dijo. ”Mierda, estoy en peligro inminente”-pensó.
 Marcó en el de Gretchen y se quedó escuchando. Alguien atendió y sólo dijo en susurro: "Tranquila voy para allá". Ex mujer de policía, mujer golpeada, sobreviviente, María del Carmen no dudó en accionar la nueve. El ruido de la bala instalándose en la recamara la tranquilizó.Después, despacio y con cautela salió para el jardincillo del fondo.
   Dos empleados de la empresa Cablecanal que andaban por los techos la vieron y se quedaron duros.
 -"Las manos arriba y bieen quietitos"- dijo fuerte y firme
- “¡Tranquilicesé señora! ¿No ve que estamos colocando una antena?”.
- “¡Por favor, señora...ya nos vamos...no nos apunte con... eso!”
(Continuará)

sábado, 25 de mayo de 2013

ESAS VIEJAS DE LOS GATOS (Continuación 3)



(Continuación)...Y ella, María del Carmen había encontrado muerta a su patrona y convencida después de tres años de estar con ella nueve horas por día de que estaba completamente aislada y sola con su gaterío y que nadie le prestaba atención, la había desmembrado completamente y tenía su cabeza y sus partes en un freezer incluidos su ropa interior de trola fina y sus tetas de silicona y sus dientes de porcelana incrustados con titanio.


 No durmió esa noche. A las dos de la mañana se empeñó en seguir con el plan; iba a salir de allí y se iba a instalar en lo de la vieja. E iba a usurpar la identidad de la vieja. Esto de los gatos era algo pasajero, ya se aquietarían las aguas. Chloe le había abierto las puertas de su casa, de su consultorio y de su monótona vida. Abriría la computadora y les diría a los del chat que no podía escribir porque se había quemado la mano pero que estaba y los miraría conversar. Jugaría a los corazones hasta agarrarle la mano al juego. Y atendería gente y ganaría plata y se pondría su peluca y su ropa holgada y buscaría sus euros escondidos y utilizaría la tarjeta para pedir cosas al supermercado como tenía arreglado Chloe porque en esa agenda estaban todas las contraseñas.
 A las cinco de la mañana caminó a la parada. Había dejado una nota diciendo que se iba, que muchas gracias y que lamentablemente no podía dejar ninguna pista por lo que ya se sabía.
 Llegó a lo de Chloe a las seis y cuarto. Alimentó a los gatos, se bañó. Limpió el consultorio y la casa y empezó el proceso de disfrazarse. Buscó ropa liviana de Chloe, ropa medio hindú que usaba; se puso la peluca, le costó. Se pintó un poco, se lavó la cara y se volvió a pintar los labios. Abrió el consultorio. No vendría casi nadie probablemente... ¿O sí? Cinco personas fueron esa mañana, a todos los recibió con la coraza de radióloga. Ya se había ganado su primer dinerito.
 A las doce cerró. Tenía tiempo hasta las cuatro para ser ella. Chloe la mandaba al banco a sacar dinero con la tarjeta, así que no llamaría la atención. Pero ella quería saber todo. Buscó documentos por la casa pero sin desordenar. Los gatos estaban un poco tristones así que se puso el guante y los cepilló pensando en sus hijos que no veía. Los más jóvenes respondieron bien, las gatas parecían ofendidas pero se dejaron.
   Mientras cepillaba a los gatos pensó que iba a conservar la cabeza de Chloe así atragantada en el freezer con su pelo natural a la Jhon F. Kennedy porque si la descubrían era la única prueba de que ella no la había matado. Podrían meterla presa por hacerse pasar por otra persona o por vilipendio de cadáver pero no por asesina. También pensó que si la agarraban iba a decir que todo lo hecho había sido a pedido de Chloe para que los sobrinos no pusieran mano en sus cosas y dejaran a los gatos desamparados.

  Esa noche el gran desafío sería el chat. Prendió la computadora con todos los códigos que halló en la agenda. Abrió el messenger. Gente que hablaba la saludó. El tema del gato era el tema de la noche. El portero ya lo había repartido. Escribió: "Me quemé la mano con agua hirviendo, pero sigan conversando que así me entretengo"
 Apagó la máquina relativamente temprano, los gatos no comían mucho pero no sabía si por el calor o por duelo. Ella comió el pollo y la ensalada y tomó conciencia de que esos alimentos los había cocinado Chloe. Se puso a llorar como una criatura. No conseguía conciliar el sueño. En la caja de remedios habría alguna pastilla. Buscó y halló diazepán pero tuvo que tomar dos porque un hallazgo la paralizó: Una caja de doce preservativos abierta y casi vacía.

    A las ocho de la mañana sonó el timbre. Era el muchacho paseaperros. María del Carmen no pensaba abrirle. Recogía mecánicamente la comida  los platos del suelo mientras pensaba ir a ver al único comisario en que confiaba, un especialista en violencia doméstica y decirle todo. El joven insistió e insistió y finalmente deslizó un papel por debajo de la puerta. Parecía ser una carta. Era curioso ver por  un resquicio de la ventana el espectáculo que tenía lugar en la vereda. El muchacho había atado unos diez perros a la reja que locamente ladraban a algunos gatos que los miraban con indiferencia desde zonas altas de la medianera, del techito del hall o desde el alfeizar de la ventana alta. Después de dejar la carta tocó un poco más pero a los pocos segundos desistió y se volvió con sus perros. Cuando lo escuchó alejarse esperó unos minutos y recogió el sobre.
    Dentro había un papel doblado que contenía una flor seca que parecía haber estado guardada dentro de un libro. Una fresia amarilla. Escrito a mano se leía: "Soy un pendejo, perdoname mis celos, no me cortes el rostro que me muero. Te amo. Gastón. Post Data: Del celular vaciá la casilla de mensajes de voz."
    Un amante y ¿algo así como un teléfono celular que estaba repleto de mensajes de voz? Tres años trabajando con Chloe, haciéndole mandados a Chloe, trámites a Chloe, cuidandola si estaba enferma, comiendo de la mesa de Chloe, atendiendo pacientes con ella y jamás había sentido que tuviera celular y menos que fuera amante del tipo paseaperros. Se metió un valium diez y tomó agua. Esa tarde en cuanto cerrara iba a ir a comprar otro aire acondicionado...pero ahora había que buscar el celular. Fue a la agenda y revisó los teléfonos. Tuvo suerte: En la "Y" griega había un nombre: Yomisma y a continuación un número. Chloe no tenía teléfono de línea en la casa pero sí adelante, en el consultorio. Fue hasta allí y llamó a "yomisma". No escuchó nada salvo a Guiselle, la gata, que comenzaba a llorar. ¿Que le pasaría? La buscó,  estaba muy alicaída. Le ofreció comida, agua. El animal continuaba mal. La llevó consigo al consultorio e intentó llamar de nuevo. En cuanto Carmen escuchó que el celular llamaba Giselle saltó y comenzó a llorar de nuevo y como a pedir ir a la casa. Le abrió la puerta. Al tercer llamado los maullidos lastimosos de Giselle hicieron evidente que Giselle escuchaba al celular y estaba entrenada para avisar. ("Los gatos Carmencita tiene un oído excepcional" le dijo Chloe desde la eternidad) No fue difícil encontrarlo. El cesto de Giselle se hallaba cubriendo un enchufe en el cual había una batería cuyo cable  se perdía en el almohadón de Giselle. Allí debajo estaba el celular con modalidad vibradora.
   Las claves más usada por Chloe eran la palabra CHAT y el número de código postal. Marcó los números y desbloqueó el celular. No era un aparato muy sofisticado, era tarjetero además. Su contenido justificaba postergar el aire acondicionado y pasarse la tarde estudiándolo. Carmen pensaba en seguir lo más fielmente posible los usos de Chloe. ¿Cómo premiar a Giselle? ¿Cepillándola? Abrió la heladera y miró. Algo excepcionalmente gustoso debía haber para este trabajo tan importante. Corrió al consultorio y llamó a "yomisma". Giselle lloraba y se erguía sobre sus dos patas traseras contra la puerta de la heladera que había quedado abierta. Había muchas cosas, comida, medicamentos. Una lata de alimento para gatos excepcionalmente cara. Sardinas en salmuera.  Carmen pensó que una sardina era un premio muy bueno. Extrajo una del frasco y la dio a la gata. Giselle la deseaba pero no la comía. (¿muy salada?) Probó con el preparado. Giselle lo ignoró. Entonces Carmen vio un envase como de acetona, de esos que se venden en las farmacias que consevaba su etiqueta. Las palabras "alcohol con éter" estaban pero se les había agregado la marca "celle". Abrió el alcohol con éter marca “celle” y dentro encontró ("era coherente", "se caía de maduro") caviar. Le dio un poco a Giselle. Probó de nuevo con los teléfonos, por las dudas y observó cómo el circuito funcionaba a la perfección. El teléfono del consultorio la sobresaltó. ¿A esa hora? ¿El teléfono del consultorio? Sonaba dos veces y paraba.
De repente el celular comenzó a vibrar, Giselle comenzó a maullar y Carmen atendió.
-"¡Por fin, mujer!"- dijo una voz de galán, una voz de locutor de radio.
-"Estoy afónica, perdón"- dijo Carmen jugándosela por entero. Conocía a la persona pero no la ubicaba.
-" Vos ya no sos vos”- dijo el hombre.-“ La noche las drogas y el alcohol te han comido el seso, Malena"
- "¿Por qué?" - dijo Carmen afónica.
-" Mirá la fecha y decime... Hoy es doce..."
Carmen caminó hasta el almanaque y vio el enorme letrero con letras rojas.
-"¡Antipulgas!" - exclamó desolada enserio.
- "Tenés que dejar el éxtasis mi amor" - dijo el hombre que era indudablemente el jefe de ventas de la veterinaria.- "¿Te mando todo lo de siempre?".
-"Por favor...lo de Gaspar me dejó mal, dormí y perdí noción de la fecha" -
- "Bueeno, pero terminó bien. ¿Antiparasitario querés?
- "Si. Para gatos grandes y chicos."
- "Algún chiche para los nuevitos? tengo unas pelotitas americanas que cuando ruedan...”
- "Mandá dos o tres. Mandá.
- "¿Matacucarachas?
- "Dos jeringas. No, tres." dijo mientras le daba caviar a Giselle.
- "Uy, que manera de gastar. ¿te sacaste la quiniela?”-
- "Con estos calores y la hiedra no sabés...”-
- "Si, hay mucho bicho, Conesstosscaloress"-
- "¿Cash or card?"- preguntó el Bombón.
- "Para qué me preguntás..." - respondió Carmencita
- "Bueno Gatúbela. Un beso, "Conesstosscaloress". A media tarde te mando a Juancito"
Carmencita fingió carreaspear y toser, emitió un sonido y cortó.


   Anibal Esteban Rivas Ponce, oriental casado de 45 años, jefe de ventas de "Best Friend’s Vet" de boludo no tenía un pelo. Pero tenía sí mucho trabajo. Que Chloe se olvidara de llamar por el antipulgas, aunque se hubiera muerto el Papa no lo creía nadie. Que no se interesara por los juguetes...bueno, eso era gravísimo. Que no hubiera pedido una bolsa de comida era inconcebible. Por eso le salió al final la pregunta cash or card que tenía una respuesta única. Después de colgar el teléfono lo llamó la suegra que lo desvió un poco de sus cavilaciones pero mientras hablaba con ella de la cena del domingo agregó al pedido de Chloe la comida para gatos de manera casi mecánica. Luego llamó el veterinario y su mente se disipó en otras cuestiones.

  Por Juancito, el Chico de los repartos de "Best Friend’s Vet", Carmencita no se preocupaba. Lo atendía algunas veces ella. En cuanto a cash or card la respuesta era unívoca: Card, dado que de otra manera él le hubiese preguntado "¿Cambio de cuánto te mando?". Pero aún así era evidente que Aníbal había olido algo irregular. Esa llamada había sido un desastre.
    Se echó medio Valium más al buche y en lugar de seguir con el teléfono celular, el calor y la tensión la llevaron a arrastrar el cochoncito de Chloe al piso del consultorio donde el aire acondicionado estaba en 24. Dejó puerta que comunicaba con la casa abierta y durmió poniendo el despertador del celular para las tres y media. Se despertó, o la despertó el timbre de la calle como a las siete de la tarde. Estaba rodeada de catorce felinos la mayoría echados debajo de la salida de aire. Era el pedido de la veterinaria. Afortunadamente nadie había venido ni llamado.(Continuará)