sábado, 1 de junio de 2013

ESAS VIEJAS DE LOS GATOS (Continuación 6)




- "Claro que tienen, pero usted conoce a Chloe" - suspiró María del Carmen – Ahora se la pasa diciendo Günter, dónde está mi Güntercito...Lo dice todo el tiempo, es muy triste-

   El rostro de Rita se  endureció y demoró en retomar el diálogo.
-"¿Eso dice? Raro que no lo haya llamado a los gritos ¿Qué pasó? ¿Usted sabe por qué no llama más a los gatos a las seis como los llamaba antes?"
- "No sé. Yo a esa hora no he llegado, y si me quedo estoy tan dormida que no oigo nada"
- "A lo mejor la madre de los mellizos le volvió a pedir que no gritara más de mañana y la amenazó con llamar a la policía. Entre los gritos de Chloe y los llantos de los mellizos mucha gente no puede dormir..."
- "Será eso. Pero no creo. La afonía quizás. Cuando se le rompió el aire en la casa, el paso de una temperatura a otra le afectó las cuerdas vocales... No sé. Por favor si lo ve, le pido por favor..."
- “No se preocupe. Voy a hacer correr la voz.”

  Volvió a la casa, se disfrazó de Chloe y se fue a atender.
  Así que todos los días a las seis de la mañana Chloe llamaba a los gatos a los gritos... Rita había dicho "Los gatos vienen - o vuelven- solos". Chloe tenía que saber que los gatos vienen solos, de hecho ella misma había visto que a las seis aparecían de todos lados sin que nadie los llamara. ¿Y si el llamado de Chloe era algún tipo de señal? Había que encontrar esa plata para recuperar la vida y borrarse lo antes posible porque la iban a descubrir y la iban a matar.
  Al mediodía llamó a los gatos pero Gregor no estaba. Estaba nerviosa y ya se había dado cuenta de que las pastillas la tranquilizaban y le daban sueño pero que también le calmaba mucho los nervios el guante de peinar gatos, así que se lo puso comenzó a acariciarlos y a sacarles los pelos.
  Una llamada sola la interrumpió en el celular Yomisma: Era el Bombonazo
-“Me dijeron que perdiste a Günter, Malena.”
-“…No sabés cómo estoy” – contestó Carmen fingiendo ronquera.
-“Quedate tranquila, vino tu vecina y la iniciamos el Tam-Tam. Va a aparecer. Tranquila princesa.”
-“Muchas gracias”
  Continuó peinando a los gatos.
  Cuando le tocó el turno a Guity fue pasarle el guante por las patas posteriores y se dio cuenta de que los mechones se le quedaban en la manopla. Alrededor del ano y hacia abajo a lo largo de las patas la gata estaba prácticamente pelada y esto parecía querer llegar a la primera porción de la cola y al lomo.
("¿Será el calor? ¿Se estará poniendo vieja? ¿O estará enferma?" )
 Nada de llamar al Rey. Fue a la guía telefónica y buscó en el rubro "veterinarias".
  Quiso hacer una consulta telefónica pero le dijeron que debía concurrir con el animal para que se le hicieran análisis clínicos. Sin embargo el veterinario que la atendió le tiró un dato escalofriante "A veces es psicosomático.  ¿Se mudó o se murió alguien recientemente en su casa, señora?"


    Menos mal que no había llamado a Su Graciosa Majestad, a Dios, el hombre más amado por Chloe. Le hizo unos mimos a Guity  y pensó que Guity era mayor y se podía morir, que era la gata más importante porque avisaba del celular más importante y aunque ella misma podía usar el celular, por algo Chloe la tenía entrenada. Pero además si era enfermedad física o psicosomática - sarna, pena, duelo, hongos- esto podría ser contagioso a los otros gatos y no podía arriesgarse.
    Por la ausencia de Gregor y por la peladera de Guity había que informarse un poco así que fue a buscar el libro de Chloe:"Psiquiatría Animal" de Albert Justin y Henry Ey. Buscó en el índice y halló el capítulo:"Psicología y psicopatología de los gatos" y leyó. Se hablaba de la caza, del comportamiento social, del apareamiento, de las relaciones con los humanos. A primera vista no estaba allí lo de la pérdida de pelo aunque la ansiedad la hacía saltearse párrafos enteros.
   Fue de nuevo al índice y otro capítulo le interesó más:"Elementos de patología psicosomática de los animales domésticos" leyó con un poco de cuidado sobre trastornos histéricos: Epilepsia de grupo, hístero epilepsia, enuresis, neurosis postemocionales, asma, trastornos metabólicos y endócrinos y cuando terminó para variar se tomó un valium.
  Otro capítulo la convocó: "Alopecía postemocional de los animales domésticos" (Michel Fontaine y Claude Leroy) Lo leyó y llegó a "Gatos" y se hizo la luz: Casi seguro que era, efectivamente, por la muerte del dueño, pero había que descartar enfermedades de la piel.  Cuando terminó de leer el capítulo encontró unas líneas escritas a mano, evidentemente por Chloe: "Quien llegó hasta acá, su recompensa merecerá: Vaya al Diccionario Alemán-Griego y busque".
  María del Carmen se levantó, buscó y abrió el enorme diccionario Alemán-Griego que nadie usaba por supuesto. Halló dentro de él setecientos dólares en billetes y un cheque sin fecha por la suma de cinco mil doscientos cincuenta dólares más.
  "...y yo que la maté..." pensó Carmencita aunque luego se corrigió. Se sentía la más culpable y la más vil pero no la había matado. Ya no podía ir al banco pero sí pedir cosas a la farmacia. Alcohol con éter porque cualquier crema o al iodo mismo, Guity los iba a lamer." El padecer silencioso de la gata le empezaba a doler como el de una hija.

   Se acostó temprano y Gregor sin aparecer y Guity con alopecía y ella con un cheque que le quemaba las manos. De mañana los alimentó, se alimentó - estaba más delgada pero eso la hacía parecerse más a Chloe fechó el cheque,  cumplió con la rutina lo más que pudo -Guity perdía más y más pelo- abrió el consultorio, atendió gente, cobró dinero y al cerrar se fue al banco.
  Volvió con su dinero, dinero suyo, ganado en buena ley y lo puso en un sobre: "Fondo para la recuperación de mi vida."- escribió.
  No eran los quince mil  euros que necesitaba pero...algo era.
  No cesó en su búsqueda, pero no hallaba nada. Lo del libro la desalentó un poco: Había que seguir el camino de los gatos, no se trataba de desarmar la casa. De todas maneras ese  día y durante los dos días siguientes se dio en abrir cuanto libro había en la casa y el consultorio, pero nada más halló.
 

  (El gato sin castrar, aunque haya nacido en tu cama, siempre es un huésped, Carmencita”) ¿Por qué tenía que ser así? Gregor había regresado embarrado y sucio el mismo día en que Carmen fue al banco. Comió, se echó a dormir y durmió un día entero. Pero Guity estaba más y más pelada de sus patas traseras. María del Carmen la mimaba especialmente, la tenía con ella, le daba cosas apetecibles como si tuviera ansiedad oral pero el animal seguía perdiendo pelo. No había abandonado ninguna costumbre pero la peladera era más que evidente. La pondría en un taxi y la llevaría a otra veterinaria.
  Fue al consultorio para hacer la llamada para pedir turno para una consulta cuando el sonido de una llamada entrante no le permitió seguir con eso.
  Era la sobrina de Chloe. Carmen atendió con su informal "Consultorio" y una voz femenina le dijo: "Hola tía, soy yo, Paula. ¿Cómo estás?"
  Carmencita conocía al dedillo estas llamadas y respondió lo que siempre Chloe respondía:
- "Para tu desgracia, vivita y coleando"
- "Tía -dijo la voz.- Esta vez no te llamo para saludar solamente. Te llamo porque necesito ayuda.”
- "A ver..."- dijo Carmencita con sequedad
- "Me quedé en la calle, tía. Me echaron del trabajo y como estoy embarazada de cuatro meses y con la nena, nadie me da trabajo. Estoy sin casa, sin plata y sin trabajo.
- "¿Y tu hermano?"
- "No lo encuentro por ningún sitio."
- "¿Y el padre del bebé?" -
- "Pero si es bombero, tía y vive con la madre que está en silla de ruedas, no me puede ayudar, ya te conté eso. La vieja me odia, me echó y él no puede poner piso para que vivamos juntos..."
  Carmen pensaba en su propia hija, por lo que si bien quería ser dura como Chloe, no podía serlo.
- "Tía... ¿me puedo ir a vivir con vos?"
- "Ehh...estás embarazada y acá hay gatos. Vos sabés que existe esa enfermedad, la toxoplasmosis, que se transmite a través de los felinos y que..." (“Mentiras: eso de que se transmite por los gatos es un mito se la pude agarrar cualquiera que coma carne podrida, Carmencita”)
- "Por favor, Tía. No me pongas excusas raras...
- "No es una excusa, Paula. No puedo albergarte en mi casa. Bueno, podría, le daría a mi secretaria una licencia y podrías venir acá, podrías dormir y comer en el consultorio o lejos de los gatos pero… tiene que haber una salida más sencilla... Haceme un favor: Buscá un sitio decente y limpio, amplio y alquilá. Yo te mando el dinero del alquiler y un sueldito para que puedas tirar. Hacé unas cuentas de cuanto te costaría un servicio de salud, el alquiler y una canasta mínima. Y yo te mando el dinero. Te giro el dinero.
- "Pero para alquilar se necesita en todos lados una garantía, y una pensión o un hotel salen un ojo de la cara..."
- "Para alquilar se puede pagar un fondo con seis u ocho meses de alquiler adelantados. ¿Dónde estás? Bueno: Buscate, ahora que lo pienso, por ejemplo, una casa de familia, alguien bueno y sencillo que alquile una habitación o dos en su casa. Ofreceles un pago adelantado. Perdoname Paula pero acá no podés venir..."
- "Estoy muy sola, tía... "- sollozó Paula. -"Ya hace como cinco años que no te veo...no me acuerdo ni de tu cara..."
-" Ya sé, ya sé" - contestó Carmen- "... pero lo de la toxoplasmosis no es un invento mío. Yo quisiera verte también pero así embarazada es un gran riesgo. El nene puede salirte retrasado. No te procupes por lo material. Te mando un giro por mes. Agarrá papel y lápiz y poné una cifra. No faltará oportunidad cuando haya nacido. Ahí se vienen todos, hasta el bombero, si querés. "
- "Perdoná, tía.”- Sollozó Paula.- “No te llamo nunca... y ahora te vengo a pedir ayuda. Es que estaba desesperada."
- "Ya mismo dame tu número de documento y te mando trescientos dólares. ¿Está bien? Mañana los cobrás en cualquier agencia. Te vas a una pensión por día, ponés a la nena en una guardería o le pagás a alguien gentil que necesite y te vas a buscar tu hogar. ¿Estamos?"
-"Gracias tía. Gracias. Sos muy buena, tía. Dios te bendiga… Cuidate de la canícula. Buscá un papel y anotá bien el nombre y el documento míos"

  Carmen terminó la llamada como pudo y se fue a tirar a un sillón mientras le decía al teléfono: "Me cagaste...Cómo me cagaste". Le habían tocado el punto. El "Fondo para la recuperación de mi vida" iba a sufrir grandes mermas. Pero no estuvo mucho tiempo lamentándose porque se fue a hacer el dichoso giro. En la calle se encontró con Matilde y...le contó.
  La vecina escuchó atentamente y sólo dijo:
-“Chloe debería cuidarse de esa parentela. A lo mejor se le quieren meter en la casa...La voy a llamar.”
  Problema sobre problema.
  Sobre la noche estaba cocinando cuando recordó la frase de "su" sobrina "Cuidate de la canícula".
¿Chloe sufría de la canícula? Nunca lo había escuchado... ¿Qué era la canícula? Buscó en el diccionario de términos médicos pero no halló nada. Sonaba como a nombre de hueso, la clavícula, la canícula... Buscó en el diccionario y halló el significado del término.
  Enseguida recordó aquella conversación con el Aníbal, el vendedor de los suministros veterinarios. Cuando le decía "conesstosscaloress" ¿Se estaría burlando? ¿Sería que ya la habían descubierto y se estaban burlando de ella, jugando como los gatos con los ratones antes de comérselos? No. No podía ser. Si se sospechaba que algo le habría pasado a Chloe, la iban a ir a buscar. (Continúa arriba)

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